Los propietarios querían segregar una 5ª planta de un edificio en el barrio de Salamanca, para dividirlo en dos pisos destinados al alquiler.
Se trataba de un piso de 143 m2 construidos (sin contar con zonas comunes), con dos accesos; puerta principal y de servicio, y con ventanas a la calle y a dos patios interiores. Por lo que se dividiría en dos unidades, una exterior de mayor tamaño con dos dormitorios: piso A1 y otra interior de un dormitorio: piso A2.
Las unidades resultantes tienen una superficie de 100 m2 y 43 m2. El piso A1 se alquilaría vacío y el A2 completamente amueblado.
El edificio es de principios de siglo XX y tiene la arquitectura madrileña característica de aquella época: una gran altura libre de pisos, molduras de escayola con diversos motivos, suelos de tarima de pino Melis y de baldosa hidráulica, radiadores de hierro fundido, así como puertas de paso elevadas con montante de vidrio superior. Todos estos elementos de gran belleza arquitectónica, se quisieron conservar en la reforma.
El piso exterior (A1) tiene un amplio recibidor (en el que se ha conservado el gabanero original), salón, comedor, cocina, dos dormitorios dobles y dos baños completos.
Los suelos de este piso, que se corresponde con la zona noble de la vivienda original, son de Pino Melis y se han conservado, al igual que las molduras de este área de la casa.
También se han conservado las puertas de paso y manetas originales en ambas viviendas, reubicándolas cuando se ha cambiado la posición de los tabiques.
El piso interior (A2) es tipo apartamento, pero con todas las siguientes estancias diferenciadas: salón-comedor, cocina, baño completo y dormitorio doble. La situación de la cocina coincide con la del inmueble original y por ello se ha conservado una fresquera, situada bajo la ventana.
Los suelos de esta zona son de baldosas hidráulica con preciosos dibujos que se restauraron y conservaron hasta donde fue posible. Cuando fue necesario cambiar los solados por su excesivo deterioro o por la nueva distribución, se utilizaron materiales sencillos, con la idea de poner en valor los materiales originales.
Con respecto al amueblamiento y decoración del apartamento, se escogieron formas, materiales y acabados neutros, resistentes y de buena calidad, con el objetivo de poder satisfacer a los distintos futuros inquilinos, mezclados con objetos de herencia familiar que pretendían personalizar el espacio y convertirlo en un hogar acogedor.
El resultado es el de una casa vivida, en vez de un aséptico piso de alquiler y esto es enormemente valorado por los potenciales inquilinos, como demuestra el hecho de que el inmueble se alquile de manera instantánea.